El uso de pantallas ha aumentado exponencialmente. Smartphones, tablets, ordenadores y televisores forman parte del día a día de niños y adolescentes desde edades muy tempranas. Aunque la tecnología puede ser una herramienta muy útil para aprender y entretenerse, también tiene efectos que no siempre son positivos. Uno de los más relevantes —y a menudo ignorado— es su impacto sobre el descanso.

¿Qué ocurre en el cerebro cuando usamos pantallas por la noche?

Los dispositivos electrónicos emiten lo que se conoce como luz azul, una frecuencia de luz que estimula el cerebro de forma similar a la luz natural del día. Esta exposición, especialmente en las horas previas a dormir, puede interferir en la producción de melatonina, la hormona que regula nuestro ciclo de sueño-vigilia.

Cuando el cuerpo detecta luz azul por la noche, interpreta que aún no es hora de dormir, lo que provoca que se retrase el inicio del sueño y que sea más difícil alcanzar un sueño profundo y reparador. En el caso de niños y adolescentes, cuyos cerebros aún están en desarrollo, esta alteración puede tener consecuencias especialmente marcadas.

Las consecuencias de dormir mal

Dormir mal no solo significa estar cansado al día siguiente. En edades tempranas, el sueño cumple una función vital en el desarrollo cognitivo, emocional y físico. La falta de descanso o un sueño de mala calidad puede provocar:

  • Dificultad para concentrarse y aprender.
  • Cambios de humor, irritabilidad o ansiedad.
  • Menor rendimiento académico.
  • Problemas de memoria.
  • Mayor propensión a enfermedades por debilitamiento del sistema inmunológico.

Además, cuando los dispositivos se utilizan en la cama, el cerebro asocia ese espacio con estimulación y no con descanso, lo que refuerza hábitos poco saludables que se vuelven difíciles de revertir.

Más allá de la tecnología: la importancia de desconectar

Reducir el uso de pantallas, sobre todo en la última hora del día, es una de las mejores decisiones para mejorar el descanso. En su lugar, se pueden proponer alternativas como:

  • Leer un libro o escuchar un cuento.
  • Pintar, escribir o hacer manualidades.
  • Jugar a juegos tranquilos en familia.
  • Escuchar música relajante.
  • Conversar sobre cómo fue el día.

Estos momentos no solo ayudan a conciliar el sueño de forma natural, sino que también fortalecen el vínculo emocional entre los niños y sus cuidadores.


En Nhorte, cambiamos pantallas por aventuras

En Nhorte, creemos en el poder de reconectar con lo esencial. Nuestros campamentos de verano están pensados para ofrecer una alternativa real a la hiperconexión que viven muchos niños y jóvenes durante el año. Lejos del constante bombardeo digital, proponemos una experiencia llena de naturaleza, amistad, juego, creatividad y aprendizaje real.

Fomentamos la desconexión de las pantallas no como una prohibición, sino como una oportunidad: la oportunidad de redescubrir el valor del juego al aire libre, el trabajo en equipo, la curiosidad por el entorno y la capacidad de disfrutar sin necesidad de tecnología.

Porque hay un mundo más allá de las pantallas. Y queremos enseñárselo. En Nhorte, dormimos mejor, vivimos mejor… y soñamos más grande.

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