Desde la antigüedad se buscó una figura que personificase la unión de los lados racional y animal del ser humano. En los mitos griegos aparecen los centauros: torso, cabeza y brazos humanos, transportados sobre poderoso cuerpo y patas del caballo.
Hay que reconocer que los centauros no eran en general seres finos y delicados pero sí hubo uno cuya sabiduría y bondad dio buena fama a la estirpe de estos personajes de doble naturaleza, lo cual no deja de ser un gran mérito.
El sabio centauro Quirón vivía en una cueva en los bosques del monte Pelión, en la griega Tesalia. Conocedor de las maneras de devolver la salud fue maestro de Asclepio, dios de la medicina, y muy posiblemente también el primer veterinario de la historia. Además se educaron junto a él grandes héroes como Aquiles o Jasón.
Como hijo del titán Cronos Quirón era inmortal, lo que no le hacía ajeno al dolor. Una flecha envenenada de Hércules se clavó por error en su muslo y fue tal el daño que le causó que prefirió renunciar a su inmortalidad. Su grandeza estremeció al mismo Zeus que lo colocó en el cielo nocturno donde podemos verlo en la constelación de Sagitario o en la del Centauro.
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