LA LUNA

Muchas de las situaciones mágicas que ocurren el los bosques  se producen por la noche porque somos incapaces de imaginar que, con el final del día, se detenga la vida en un entorno tan fabuloso y que encima nos lo estemos perdiendo.

Y si la oscuridad de la noche es protectora, sin una luz suave y moderada como la de La Luna, sería imposible que tuviese lugar un baile de hadas,  una conversación entre animales o el aullido del lobo, que su canto al cielo.

De La Luna se dice que es caprichosa y presumida porque no siempre luce un mismo aspecto, que embruja a quienes la miran largo tiempo y que es capaz de enamorarse ella misma. Además es la luz que ilumina a los despistados que se entretienen más de la cuenta en el bosque y tienen que buscar quizás refugio en una casa de chocolate.

En un cuento de Ezequiel Seguí, Berto, una joven jirafa masái, se enamora de La Luna y desde una alta roca estira su largo cuello para besarla siempre que aparece en el cielo. Desesperado e impotente aceptará la ayuda de Marzo, un armadillo que le llevará una noche a un remanso del río donde finalmente podrá besar su cara reflejada en el agua.

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