LAGOS

A veces, el terreno alto de las montañas o el que rodea algunos bosques se adorna con una masa de agua inesperada y es tal la sorpresa de algunos viajeros que su excitada imaginación no puede impedir imaginar leyendas de todo tipo, seguramente para alertar del peligro de acercarse imprudentemente al lago.

En la Montaña Palentina, al pie del Curavacas, se encuentra un pequeño lago llamado pozo por los locales, en el que algunas leyendas dicen que habita una gran serpiente, que naturalmente aterroriza a quienes llegan a su orilla perdidos y en mala hora, y que sus aguas aún hoy se agitan cuando hay galerna en el lejano Mar Cantábrico.

Se cuenta que el Lago Enol, en el Parque de Covadonga, se originó después de que una muchacha perdida y atemorizada en mitad de la noche solo encontrase refugio en una cabaña a aquella altura; la chica aconsejó a sus anfitriones mover lo antes posible el ganado a otra zona, pues una tormenta inundaría el lugar y anegaría el terreno con las cabañas y las reses de quienes le negaron refugio, y así ocurrió.

También un peregrino a quien se niega cobijo en Valverde de Lucerna está detrás del surgimiento del Lago de Sanabria en Zamora. Unas mujeres que finalmente lo acogen y quieren darle algo de comer cuecen un pan en un horno de leña que crece tanto dentro que hay que partirlo para sacarlo poco a poco. El pueblo quedará horas después sumergido, aunque cada año por San Juan hay quien oye aún la campana de la iglesia.

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