La disciplina a la hora de ir a dormir es una buena ayuda para conciliar el sueño y es el preludio de un buen descanso. Cenar un par de horas antes de ir a la cama hará no trabajar a nuestro cuerpo recostado, y olvidarse de las reactivadoras pantallas del teléfono o la táblet traerá sosiego a nuestras cabezas sobreestimuladas por la vida cotidiana.
Un ratito de lectura en la cama, a la luz de una tenue iluminación, acostumbra a tener un efecto somnífero, siempre que no seas un apasionado lector o lectora de esos que enganchados a su libro se engañan a cada vuelta de página jurándose que esa será la última.
Por todas estas razones leer, o mejor escuchar un cuento, se impone como la opción ideal antes de quedar dormido. El lector o narrador, las dos opciones son igualmente válidas, elegirá una historia que por novedosa o por placenteramente repetida comience a hacernos soñar creando ese entorno que nos aísla del mundo.
Dulce es quedar dormido durante la narración, rendirse al cansancio, continuar quizás en sueño propio la trama que se inició en el cuento. Quienes llegaron al final de la historia tendrán sin embargo que construir relajadamente un sueño completo, en el que seguramente serán los héroes y heroínas de sus singulares aventuras.
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